Primo González es un hombre que dice todo lo que piensa sin reparar en diplomacias. Es alguien que siempre está dispuesto a decir la verdad y busca, a toda costa, que prevalezca la justicia. Por ‘frentero’, se ha arriesgado a perder a su novia, ser desterrado del pueblo en el que creció y a botar a la basura su empleo por encarar a su aprovechado y malicioso patrón.
Pese a la mala racha de Primo, la buena suerte lo abraza cuando se le presenta la oportunidad de trabajar como mesero el hotel El Castillo. Sin embargo, el destino lo sumerge en un extraño juego cuando termina adueñándose de la vida de Roberto González, el supuesto enviado de Eduardo Sáenz, inversionista hotelero en cuyas manos está la salvación económica de este hotel.
Días antes del viaje de Roberto a Colombia, Eduardo descubre que este hombre lo ha traiciona con su prometida, y en vista del desengaño, Sáenz decide suplantar a su subalterno, con el fin de huir de la tristeza y viajar desde Panamá hasta Colombia para conocer El Castillo y enterarse del manejo que sus dueñas le dan a este hotel. Una vez el millonario llega a su destino, es confundido con el postulante al puesto de camarero. Sin más ni más, Sanz aprovecha esta oportunidad para darle un vuelco a su vida y convence a Primo de que continúen con esta mentira, sellada por un pacto.
Eduardo, detrás de su delantal de mesero, observa sin fachadas el manejo del hotel en el que ha de invertir, sin contar con que en el camino conoce una mujer que ratifica su decisión de esconder su identidad bajo el perfil de empleado de El Castillo, de esta forma, intenta probar si aún hay mujeres que se interesan en Eduardo Sáenz, el hombre, y no en Eduardo, el magnate hotelero.
Esta alianza entre el rico y el pobre desencadena un sinnúmero situaciones en las que los hombres se ven entre la espada y la pared. A Primo, ser descubierto, le costará perder el amor de la bella Ceci, la noble dueña de la cuarta parte de este hotel. Y a Roberto, el peso de los reproches de quienes no imaginan que este hombre esté sirviendo mesas para comprobar si el amor verdadero existe.
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